Si tú me lo permites, Raquel, quisiera agradecerte por todo este tiempo al lado de mi vida.
Protectora de mi miedo.
Palabra clara.
Corazón siempre abierto.
Tal vez tú no lo sepas, pero te he visto observar la vida, 
gozarla desde el útero de lo esencial.
Eres la flor más linda de tu jardín.
Hija querida de tu amado Chiapas.
Si pudieras ser una palabra, tenaz, serías el significado.
Madre mía, amiga mía, polvo de oro de la vida.
¡Qué claridad tu amor por Dios! 
La misma claridad que te ha dado fuerza para andar por la vida. 
Amo tu amor, que no engaña a nadie, porque eres honesta, íntegra, perfecta. 
Has consagrado tu vida a todo lo que tu corazón toca, lo sé, porque eres precisa en tu manera de dar amor.
Son tus manos como partituras suaves y sutiles piezas para tocar al piano.
Madre, bello poema que declama la poesía, en verso y beso.
Y siempre te entregas a la vida, como el latido al corazón.
Poema de admiración para Raquel Jiménez García, mi mamá.
Agradecimientos especiales a Adrián Grajeda por adaptar mis pensamientos
y crear esta prosa.